Deed
03: La persecución.
¡Prefería mil veces irse a un convento!
Vale, esa opción no es muy apetecible,
pero la escocesa Seonaid Dunbar —que ha sido educada como un guerrero— prefiere
tomar los hábitos antes que tener que matar a Blake Sherwell —que es lo que va
a hacer si la obligaban a casarse con él. No... ella no caminará sumisa hacia
el altar, ni jurará obediencia a ese hombre al que la Corte inglesa llama
"Ángel". El pelo dorado y los ojos azules no demuestran la valentía
de ningún hombre. Además, en Inglaterra no existe nada parecido a los
ángeles... sólo hay demonios, y existen muchas formas de eludir a un
pretendiente venido del infierno, aunque sea el mismísimo Rey Henry el que ha
ordenado el matrimonio.
No, la futura condesa de Sherwell no se
quedará bordando en el castillo a la espera de que su marido llegue, como Blake
piensa que hará. Ella escapará a su fortaleza y preparará su plan de defensa.
Espadas y besos... esta guerra requiere todas las armas disponibles y la
batalla está a punto de comenzar.
Después
de ignorar a su prometida durante más de una década, a Lord Blake Sherwell no
le queda más remedio que reclamarla, puesto que ha sido el propio Rey quien se
lo ha ordenado. A regañadientes, va al castillo escocés donde reside la
muchacha. Pero una vez allí, descubre que ésta se ha fugado a un convento.
La
Escocia de finales del S. XIV no es un lugar adecuado para una mujer sola, así
que Blake se dispone a seguir a su prometida con el fin de protegerla... y es
ahí cuando comienza la aventura. Seonaid —que desde pequeña se ha entrenado en
el manejo de la espada gracias a su padre y a su hermano— tratará de despistar
tanto a los hombres de su padre como a los de su futuro esposo, con el fin de
que no logren alcanzarla antes de que llegue al convento. Pero con esta táctica
lo único que consigue es avivar el interés de Blake, que a partir de ese
momento se tomará la persecución mucho más en serio de lo que en un principio
tenía previsto.